A las aladas almas de las Rosas…

Es muy difícil conseguir objetivos en la vida, más aún cuando la única herramienta que se tiene es la convicción. Todos hablamos de la convicción como un don, un calificativo que nos enorgullece. No siempre eso que se dice es lo se hace. Cuesta tanto entender que lo que algunos piensan, a otros no les interesa. Es parte de nuestro paso por la vida chocar con paredes que nos ponen de rodillas. Sentirse huérfanos y lejos de lo que estamos buscando. Sentir la sensación de impotencia y saborear el amargo del fracaso. La lucha que durante años llevó cabo Rosa, tratando de convencer a la mayoría de la sociedad de lo que ella estaba convencida, le permitió conocer a sus amigos y conseguir nuevos. En su haber también debemos contabilizar los enemigos. O aquellos que fustigaron sus ideas, su discurso, su metodología, su convicción.
Fue integrante de la agrupación ambientalista “Madres Jachalleras Autoconvocadas”. Le restó horas a su vida para llevar, donde pudo, el mensaje desde lo científico, lo ético, lo moral, lo económico y lo principal, desde su convicción. ¿Cuántas personas dejan esta tierra convencidas de que lo que hicieron está bien? Rosa Muñoz estaba convencida de lo que hacía. Pese a todo, a las muchas derrotas que consiguió, y a las pocas alegrías, las vivió como quiso, luchando.
No va a ser el bronce quien la recuerde. Ni una fecha determinada. Fue lo que quiso ser y lo dijo. Eligió vivir defendiendo una idea y murió con ella. Su familia será quien ampare en su seno el recuerdo de una mujer que con todos los defectos que pudo tener estuvo muy lejos de aquellos que “defienden” la explotación minera por conveniencia y no por convicción. ¿Qué estaba loca? ¿Quién está tan cuerdo para preguntar eso? Estaba convencida y no sintió vergüenza al decirlo. Otros sienten vergüenza con solo pensar que lo que hacen no es lo que quisieran.
Porque seguramente pocos podamos recordar a una mujer simple y convencida de sus ideas cada vez que nos aturde la dinamita en la cordillera, porque es posible que los defensores de la lixiviación tengan que huir dentro de años, mientras ella eligió quedarse en Jáchal… Por todo esto es necesario detenerse a pensar un poco, no para estar de acuerdo, sino que para reconocer que, quizás, muchos de nosotros vamos a morir sin haber estado convencidos de lo que hicimos.
Salud, Rosa...
Elegía (Miguel Hernández)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Publicado Periódico La Región 24 de Julio de 2008.-
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