Lanata publica su investigación sobre la corrupción en Argentina: “El discurso kirchnerista hizo que desaparecieran los hechos”
El periodista acaba de lanzar el libro “Óxido”, que ya es un best-seller y que recorre casi cinco siglos de enriquecimiento ilícito a costa del Estado. Su mirada sobre la Justicia y el panorama que se abre de cara a la asunción de Javier Milei como Presidente.
La corrupción en Argentina viene desde la época de la colonia. Y no es un decir. Hay datos. Con una sola excepción, una breve pausa en esa política de hacer del Estado un botín. La lista de hechos es enorme y tienen una doble cara: los desmanejos de los Gobiernos sumado a la complicidad o ineficiencia de la Justicia. Así está reflejado exhaustivamente en Óxido – Historia de la corrupción en Argentina 1580-2023, el nuevo libro de Jorge Lanata.
Desde el siglo XVI hasta ahora, casi ninguna gestión se mantuvo al margen de hechos de corrupción, con diferentes intensidades. La excepción que se muestra es la del gobierno del radical Arturo Illia, quien fue el primero en intentar combatir este delito seriamente al introducir el enriquecimiento ilícito en el Código Penal. La idea era asegurar el castigo de quienes hubieran aumentado desmedidamente su patrimonio al pasar por la función pública.
Pero podía fallar, como indican los números que refleja el libro. Por dar algunos ejemplos, sólo el 12% de los casos de corrupción que tramitó la Justicia Federal de la Capital en los últimos treinta años llegó a juicio oral. Y de 1.736 causas por delitos en la función pública iniciadas entre 1980 y 2022 (78 % abiertas desde 2013), sólo el 6 % llegó a juicio.
Además, numerosas cifras detalladas a lo largo del libro refuerzan esta idea de que las causas se diluyen con el tiempo: la mayoría de los casos culminó con el archivo (21 %) o el sobreseimiento (20 %) en la etapa de la investigación. Sólo el 2 % llegó a una sentencia de culpabilidad. En síntesis, prácticamente no hay funcionarios inocentes ni culpables, sino que permanecen en la categoría de “sospechosos” hasta que, tal vez, algún día se demuestre lo contrario.
La obra, editada por Sudamericana, está a la cabeza de ventas. “Desde hace ocho semanas que estoy primero en la lista de best-seller y acaba de salir una segunda edición; la primera fue de cinco mil ejemplares de tapa de metal oxidado y quince mil en tapa de papel, y ahora están sacando diez mil más en papel”, asegura el autor. El libro del periodista, que conduce Lanata sin filtro en Radio Mitre, puede también comprarse en formato electrónico.
En diálogo con Infobae Leamos, Lanata habló de su nuevo libro y de la realidad política actual del país, tras el triunfo de Javier Milei.
-Si la corrupción desde el Estado estuvo presente literalmente desde la época de la colonia, ¿cree que es una realidad que está de alguna forma naturalizada en la idiosincrasia argentina?
-Lo que creo que es permanente es la venalidad de la Justicia y después el concepto de que se maneja el Estado como si fuera un objeto de asalto: el que llega lo toma como algo privado y lo maneja como quiere, a su antojo. Y yo creo que en esto tiene mucho que ver el comienzo de nuestra época, cuando los españoles vendían los cargos. El hecho de que pudiera un contrabandista comprar un cargo, por ejemplo, y llevar a cabo operaciones de tráfico de esclavos o de contrabando, hace que eso se haya naturalizado. Y después eso fue a lo largo de los años manteniéndose, de distintas maneras, no vendiendo cargos pero sí tomando el Estado como si fuera de uso privado.
-¿Y eso pasó sólo acá, en la zona del Río de La Plata, o fue generalizado en la conquista de América?
-Lo de la venta de cargos sí fue generalizado, pero después no quedó en otros países ese concepto de tomar el Estado como algo privado.
-¿Qué papel le cabe a la Justicia? El mecanismo de las eternas apelaciones, con procesos que se diluyen en la nada, ¿no es una forma de complicidad?
-Sí, totalmente, yo creo que si lo pudiéramos dividir en porcentajes, la corrupción es un 50% pero el otro 50% es la Justicia. Lo que mencionás que nunca nadie es culpable, es así. Para ser culpable tenés que ir por poco al tribunal de La Haya. O sea, nunca nadie te va a terminar condenando. Yo creo que eso es el exceso de garantismo en la Justicia. Y después, bueno, la Justicia es muy corrupta, no un poco, es muy corrupta. Lo que pasa es que nosotros conocemos sólo los jueces federales, pero si vos tomás en cuenta los tribunales inferiores, es muy corrupta y nadie lo sabe. Digamos que a un narco lo toma preso un juez, y el juez le pide diez palos verdes, y el narco se los da y se va. Y no se enteró nadie porque el juez no es conocido. Eso pasa, no es que a mí se me ocurre. Hablás con abogados que están en distintos fueros y te lo dicen, el fuero penal es terrible con respecto a eso. También el civil pero el penal es peor.
-¿Cómo opera en la percepción de la corrupción la grieta imperante en los medios? Es decir, los medios oficialistas hablan de lawfare pero en otro canal muestran decenas de pruebas, ¿no puede pasar que, al final, el público -el no militante digamos- no le crea a nadie?
-Hay una cosa que está pasando hace un tiempo, y es más grande que eso y yo creo que es peor, y es que desaparecieron los hechos, el discurso kirchnerista hizo que desaparecieran los hechos. Ya no hay más hechos. Un hecho existe según lo que se piensa de él. Si pensás a favor, existe; si pensás en contra, no existe. Y acá hay una cosa, que los hechos existen con independencia de lo que crea el que lo comunica. Porque nuestro laburo es ése, es comprobar y chequear la existencia de los hechos, de eso trabajamos, para eso somos periodistas.
-¿Y después de hacer eso?
-Y después, en general, en el caso de la televisión, se parcializó de manera increíble, y ahora se editorializa. Yo lo dije en el último discurso del Martín Fierro, que acá informar es caro y opinar es barato. Eso tiene que ver con un proceso que lleva años que es la berretezación de la televisión. A medida que hubo menos guita la televisión se berretizó y entonces aparecieron los panelistas. Ahora el fenómeno es más grande, ahora desaparecieron los hechos, y yo creo que es grave porque para nuestra profesión es clave poder saber cuáles fueron los hechos.
-Si el óxido va corroyendo las cañerías, y decís que es “lento pero inexorable”, ¿tenemos que esperar que algún día algo estalle?
-Mirá, es muy difícil calcular cómo son los procesos de la gente, porque la gente es más lenta pero también cuando cambia es más inexorable. Yo estoy seguro que acá no va a volver a haber una dictadura, pero tardaron mucho en darse cuenta, o sea, costó 30 mil personas. Hay que ver hasta qué momento la gente lo soporta, pero yo creo que este tipo de procesos terminan estallando en algún momento, por algún motivo la gente se cansa y hace todo lo posible para que esto cambie. Pero es difícil, no es un motivo que uno pueda adivinar. Pero creo que sí, que estos procesos terminan así.
-¿Cómo se siente profesionalmente con el hecho de la cantidad de casos que denunció como periodista y las escasas condenas? ¿Qué le anima a seguir denunciando?
-Mira, yo todo el tiempo estoy por dejar este laburo, y por supuesto no lo hago. Pero hay momentos en que me cansa. Qué se yo, yo me acuerdo por ejemplo cuando escribí Cortinas de humo, la investigación sobre la AMIA y la Embajada (de Israel), y me terminaron amenazando a mí, a mi hija que era chiquita, y no pasó nada. Pero diez años después lo procesaron al ex juez Galeano, pero en ese momento todos negaban todo, todos lo apoyaban. A veces es desesperanzador. Lo que pasa en que hay una cosa, yo soy periodista, entonces hay cosas que me enojan y escribo sobre eso, porque me parece injusto, por lo que sea. Y yo, a pesar de tener 63, en algún punto sigo teniendo una visión ingenua, o sea, hay cosas que siento que no puedo dejar que pasen.
-Entonces investiga y denuncia.
-Entonces tengo que hacerlo, con prescindencia del resultado. Ahora, ¿si me da ganas de dejar? Sí, me da ganas de dejar. A veces siento que es injusto, que la gente no quería escucharlo. Porque también la actitud del público a veces es difícil. A mí me para todo el mundo en la calle, hay gente que me dice “bien, seguí así, denunciá”, y cuando lo denunciás no te dan pelota. O sea, es un tipo de actitud rara, muy esquizofrénica. La gente es como que quiere y no quiere escuchar.
-¿Cómo hace un nuevo gobierno -ahora el de Milei- si quiere combatir la corrupción en los organismos del Estado? Considerando que podrá cambiar los cargos políticos pero en muchos casos la corrupción está en todos los niveles.
-Yo creo que lo que tiene que hacer un gobierno nuevo son auditorías en los organismos del Estado, en principio. Va a ser lento pero es una manera de encontrar dónde están los curros, digamos. Y en todo caso hacerlo de manera gradual. Lo que pasa con la corrupción es que todo el mundo sabe dónde sucede. No hace falta investigar mucho. O sea, los policías saben dónde están los búnkers de venta de droga. Y el barrio, la gente de barrio, saben dónde están. No los sacan porque no les conviene. Pero no me parece que sea muy complicado para un gobierno averiguar eso y tratar de sancionarlo. Y después eso es como un síntoma ejemplificador, porque no hace falta que vos metas a todos en cana, hace falta que metas a 15, a 20, a 30.
-Yendo al terreno de las elecciones, si Massa era un buen candidato, el más parecido a Néstor Kirchner, y a Néstor le fue bien, ¿qué falló?
-Lo que pasa es que Kirchner no venía de un gobierno kirchnerista al que le había ido mal. En realidad lo de Massa, que haya llegado a donde llegó, es un milagro, porque con un 140% de inflación, con los problemas que hay, que un tipo llegue a eso, es decir, el tipo tuvo que captar otra parte del electorado. Y lo que pasa es que venía de un gobierno en el que todo el mundo sabía que iba a perder. O sea, yo creo que Milei gana más por eso que por otra cosa. Los chicos que votaron a Milei no tienen idea de lo que votaron, de esa especie de anarquismo liberal, y no saben ni siquiera qué es el Banco Central. Igual ya se está viendo que Milei dejó varias de sus banderas, digamos. El tipo ya pactó con la casta, ya dijo que la dolarización va a estar más adelante. O sea, casi todos los ejes de su campaña quedaron afuera.
-Si tuvimos primero peronismo, después menemismo, luego kirchnerismo..., ¿qué nombre propio piensa que puede adoptar el nuevo ciclo del PJ, ahora en la oposición?
-Mirá, hasta hoy Kicillof no tiene el apoyo de Cristina que creo que debería tener. Acá la discusión va a ser quién es el líder de la oposición, si Kicillof o Cristina. Pero Cristina no tuvo herederos, Máximo no lo es, Kicillof tampoco, Wado tampoco, y ella ya está grande, está más preocupada por sus causas penales. No sé si este no es el final del kirchnerismo, habrá que ver. Habrá que dejar pasar unos meses del verano y volver a hablar de este tema en marzo, abril.
“Óxido” (fragmentos)
En 1806 los ingleses invadieron Buenos Aires. El virrey Sobremonte partió hacia Córdoba con su familia y el tesoro del virreinato, pero fue interceptado en Luján y las riquezas quedaron en manos de los invasores. Eran ocho grandes carruajes con cinco toneladas de pesos plata cada uno, procedentes en su mayor parte del interior.
Beresford exigió, como condición ineludible para la rendición, la entrega del tesoro, que volvió a Buenos Aires bajo la protección de los soldados ingleses. El 5 de julio las cuarenta toneladas de pesos plata llegaron a la capital, y el 17 de julio fueron embarcadas en la fragata Narcissus con destino a Gran Bretaña. En septiembre el tesoro porteño fue depositado en el Banco de Inglaterra esperándose el momento propicio para distribuirlo entre los invasores sin sospecharse que para aquellos días Buenos Aires ya había sido reconquistada.
La versión del capitán Gillespie es otra: escribió que Sobremonte, a causa de las lluvias, había tenido una huida demasiado lenta, y tardó tres días en llegar al pueblo de Luján. Gillespie asegura que la entrega del tesoro no fue fruto de un acuerdo de rendición: “No se perdió el tiempo en perseguirlos —escribió— y la atrevida tarea se confió al capitán Arbuthnot, del Regimiento 20 de Dragones Ligeros, tenientes Graham y Murray, con treinta hombres del valiente Regimiento 71. Este pequeño destacamento salió el 3 de julio y regresó el 10, conduciendo 631.684 duros en plata acuñada y en barras, gran parte de la que había sido tirada en los pozos, confiando en que ninguna fuerza militar se atrevería a penetrar hasta dentro del país en su busca”.
El reparto del dinero se hizo, de todos modos, en Londres, en 1808. Hubo una pelea entre Beresford y Popham por el monto de las cuotas, pero el gobierno inglés terció sobre el punto. Doscientos noventa y seis mil ciento ochenta y siete libras, tres chelines y dos peniques fueron distribuidos entre los 1.235 miembros del ejército y los 1.606 integrantes de la Armada que formaron el ejército invasor. Cada soldado y marinero raso recibió, aproximadamente, treinta libras; el General Baird, “coautor ideológico” del proyecto, se alzó “con 36.000 libras y el saldo fue distribuido entre los otros jefes”.
Sobre la huida del virrey, hay dos posturas: se lo ha visto como una “fuga” para sus adversarios y como una “retirada estratégica” para sus partidarios. El pueblo, al sentirse abandonado por quien en teoría debía encabezar su protección y defensa, lo acusó de cobarde; quienes lo defendían se basaban en las instrucciones dadas por el virrey Vértiz: ante una invasión se debía evitar que el virrey “cayese en manos del invasor, por el impacto negativo que tendría. Para ello, debía retirarse a Córdoba y llevar consigo los archivos, la pólvora, lo que se pudiera del tren de artillería y, muy en especial, ‘el tesoro del rey y particulares, como también la plata, joyas y demás muebles del vecindario’. Y eso es lo que hizo Sobremonte, seguir las normas. (...) Eso nos permite matizar ‘la huida’ y la ‘apropiación indebida del tesoro’ ya que el virrey ha de cuidarlo y ponerlo a salvo. (…)
No se incluye a Illia en este libro por hechos de corrupción, sino todo lo contrario: fue el primero en intentar, seriamente, la limpieza de los ductos. En 1964, Illia introdujo el delito de enriquecimiento ilícito en el Código Penal. Con la creación de la figura, básicamente, se buscó asegurar que quienes se hayan enriquecido ilegalmente al pasar por la función pública sean castigados. Así, se da por supuesto que el funcionario que aumentó su patrimonio de manera injustificable cometió un acto de corrupción.
La figura se incorporó porque es muy complicado probar, por caso, que un funcionario recibió coimas en efectivo. Por eso, el artículo 268 del Código define al delito de una manera particular. La conducta penada no es una acción sino una omisión: No justificar la procedencia de un enriquecimiento patrimonial apreciable.
“José López - Los cuadernos - El caso salió a la luz el 1° de agosto de 2018, cuando el juez Bonadio dispuso una serie de detenciones y allanamientos a partir de las revelaciones que publicó el diario La Nación de los cuadernos de viaje de Oscar Centeno, el ex chofer de Roberto Baratta, ex funcionario del Ministerio de Planificación Federal durante el kirchnerismo.
“En el expediente figuran 66 imputados, de acuerdo con el Observatorio de Corrupción del Centro de Información Judicial (CIJ) que depende de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Ese total se compone de cerca de 20 ex funcionarios del gobierno de Fernández de Kirchner y ex empleados de organismos públicos y más de 40 empresarios y directivos de compañías acusados de pagar coimas a funcionarios”.
Bonadio dispuso el procesamiento de 42 imputados. Hay 17 de este total que son ex funcionarios del Poder Ejecutivo Nacional o empleados públicos durante el kirchnerismo, como la ex presidenta, el ex ministro de Planificación Julio De Vido, Baratta y Oscar Parrili, ex titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Otros veinticinco son empresarios o directivos de empresas que presuntamente pagaron coimas a funcionarios. Entre ellos se encuentran el primo del Presidente, Ángelo Calcaterra (ex CEO de IECSA), Carlos Wagner (Esuco), Luis Betnaza (Grupo Techint), Gerardo Ferreyra (Electroingeniería S. A.) y Benito Roggio (Benito Roggio e Hijos S. A.).
(...) El fallo de Bonadio dispuso la detención de 16 imputados, sin contar a la ex presidenta, sobre quien se dictó prisión preventiva, aunque no se hizo efectiva por sus fueros. En realidad, estas dieciséis personas ya se encontraban detenidas a disposición de Bonadio desde antes del procesamiento. Son 11 ex funcionarios y empleados del Poder Ejecutivo, como Baratta y De Vido, y seis empresarios, como Ferreyra y Carlos Mundin (BTU S. A.). A estos dieciséis se sumó el ex funcionario de la Entidad Binacional Yacyretá Oscar Thomas, que se encontraba prófugo y fue detenido en un departamento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Desde que surgió la causa ‘Cuadernos’ muchos empresarios y ex funcionarios acordaron con el fiscal federal del caso, Carlos Stornelli, para declarar como arrepentidos y mejorar así su situación procesal, como establece la Ley 27.304. Veintitrés imputados firmaron acuerdos de colaboración que fueron homologados por el juez Bonadio. De los 20 arrepentidos sobre los que falló el juez, ninguno quedó detenido, salvo el ex secretario de Obras Públicas de la Nación, José López, que está preso por otro expediente. Por su declaración como arrepentido, López fue incluido en el Programa Nacional de Protección de Testigos y no se conoce su paradero actual.
Fuente: Infobae.-
Comentarios (0)