Malvinas: la guerra que perdimos todos

Malvinas: la guerra que perdimos todos

Por Ernesto Simón

Cualquier cifra que se busque para intentar entender esta etapa de la historia argentina, no alcanzará para dimensionar el tamaño de la tragedia que significó la Guerra de Malvinas.

El enfrentamiento bélico ocurrió en el año 1982, duró 74 días y murieron 649 soldados argentinos, 255 británicos y 3 civiles.

Quienes se quedaron allí para siempre, enterrados bajo la indiferencia de la corrupción y el olvido, están en el Cementerio argentino de Darwin.

Los historiadores no pueden explicar aún por qué Argentina enfrentó a Reino Unido sin buenos armamentos, sin recursos económicos y sin aliados de peso que le permitieran al país especular con un posible triunfo.

Argentina fue a la guerra mientras estaba sumergida en una crisis política y económica. El país era cuestionado por organismos internacionales por la falta de libertades cívicas y por violación a los derechos humanos.

La Junta Militar estaba desprestigiada y ya sin posibilidades de continuar en el poder. Leopoldo Galtieri, por entonces presidente de facto en Argentina, soñaba con ser el nuevo Perón. La coincidencias no eran pocas. Ambos habían participado de golpes militares a la democracia, los dos surgieron desde el poder militar y a ninguno de los dos les interesó nunca la democracia.

La dictadura cívico militar en Argentina llegaba a su ocaso. El desembarco en las Islas Malvinas era la excusa perfecta para volver a legitimarse y re conquistar la adhesión de la mayoría de los argentinos y argentinas.

No en vano Galtieri salió al balcón de la Casa Rosada, anunció la toma de Malvinas, levantó los brazos emulando al Pocho Perón y hasta se podría decir que intentó imitar el tono de voz del fundador del Partido Justicialista.

Sin dudas el nivel de improvisación era alto, y los chicos argentinos, sin entrenamiento ni equipo fueron enviados al matadero. Describir la Guerra de Malvinas como una trampa mortal es casi un eufemismo: aquello fue una matanza anunciada.

No en balde ninguno de los jefes de las fuerzas armadas argentinas fueron a pelear a las islas. Ellos se quedaron en Buenos Aires, siguiendo la marcha de la batalla y leyendo revista Gente, que anunciaba en su portada la victoria de los criollos sobre los ingleses.

Por su parte, en Reino Unido, la Primera Ministra Margaret Thatcher, también atravesaba una crisis política. La guerra fue un elemento clave en su recuperación política y en su reconciliación con los ciudadanos británicos.

Los hechos

El 2 de abril, durante la madrugada, las fuerzas armadas argentinas desembarcaron en las Islas Malvinas.

El 3 de abril, la Primer ministro británica Margaret Thatcher, por entonces bautizada como La Dama de Hierro, mandó una flota hacia el Atlántico Sur con el fin de recuperar el territorio ocupado por Argentina.

Esa semana, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 502, exigiendo el retiro de las tropas argentinas de las islas y el inicio de negociaciones entre ambos países.

Entre el 5 y el 28 de abril se llevaron adelante una serie de acciones diplomáticas en las que Argentina advirtió que apelaría al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca si Gran Bretaña atacaba las islas.

El entonces Presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, ofreció como mediador a su Secretario de Estado, Alexander Haig, quien fue aceptado por ambos países. Mientras tanto, Gran Bretaña anunció el bloqueo a las Islas Malvinas.

Asimismo, la primer ministro británica advirtió a Haig que cualquier negociación requería primero el retiro de las tropas argentinas, y el entonces dictador argentino Leopoldo Galtieri amenazó que habría batalla si los ingleses invadían Malvinas.

En la primera etapa de la guerra, Gran Bretaña recuperó las islas Georgias de Sur y parte del archipiélago del Atlántico Sur. Fue entonces cuando el órgano de consulta del TIAR aprobó una resolución solidaria con Argentina y sus derechos sobre Malvinas.

La decisión del TIAR no fue respetada por Estados Unidos, que decide apoyar a Gran Bretaña en el conflicto bélico.

El 1 de mayo se declaró formalmente la guerra, cuando aviones británicos bombardearon la pista de aterrizaje de Puerto Argentino.

El 2 de mayo, el submarino nuclear Conqueror hundió al crucero General Belgrano, que se encontraba fuera de la zona de exclusión. En esa acción bélica murieron muchos soldados argentinos.

El 4 de mayo, varios aviones de la Armada argentina bombardearon al destructor inglés Sheffield, que se hundió unos días después.

El 6 de mayo, el Secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, propuso un plan de paz que consistía en la presencia de un administrador de la ONU en Malvinas mientras duraran las negociaciones, y que flameen las banderas de Argentina y de Gran Bretaña.

El 9 de mayo, los bombardeos británicos en Puerto Darwin se volvieron virulentos, provocando daños severos en las fuerzas argentinas.

El 14 de mayo, un grupo comando inglés destruyó 11 aviones argentinos y al día siguiente, naves británicas bombardearon la isla Borbón y destruyen otras 10 aeronaves criollas.

El 16 de mayo los ingleses hundieron al mercante argentino Río Carcarañá y dañaron el Bahía Buen Suceso. En tanto, los ataques aéreos y navales a las islas se volvieron más intensos.

El 20 de mayo, Pérez de Cuéllar anunció la gestión de la ONU fracasó, sin embargo, Perú presentó otra propuesta de paz, la cual también fue rechazada.

El 21 de mayo, los británicos establecieron una cabeza de playa en Bahía San Carlos y las bajas argentinas fueron numerosas. Fue hundida la fragata Ardent y dañadas otras cuatro naves. También fueron derribados 3 aviones Harrier y 2 helicópteros ingleses.

El 24 de mayo fue hundida la fragata inglesa Argonaut y quedó seriamente dañada la fragata Antelope.

El 25 de mayo, aviones argentinos averiaron al buque de transporte inglés Atlantic Conveyor y al destructor Coventry. El contrataque inglés consistió en un virulento ataque a Puerto Argentino.

El 1 de junio comenzaron los combates terrestres, cuerpo a cuerpo, a 20 kilómetros de Puerto Argentino. Las tropas inglesas avanzaron sobre Darwin y Ganso Verde.

El 8 de junio, la Fuerza Aérea argentina hundió la fragata Plymouth y los transportes de tropas Sir Galahad y Sir Tristan.

El 11 de junio, en medio del conflicto, el Papa Juan Pablo II llegó a Argentina y ofreció un mensaje de paz mientras en Malvinas masacraban a jóvenes que no tenían casi chances de defensa.

El 12 de junio se produjeron violentos combates, muchos de ellos cuerpo a cuerpo, en Monte Kent, Monte Dos Hermanas, Monte Longdon, Tumbledown, Monte Harriet y Moody Brock, que eran las últimas defensas terrestres que quedaban para proteger Puerto Argentino.

El 14 de junio, el militar Mario Benjamín Menéndez firmó la rendición de las tropas argentinas.

Réquiem

El fracaso de una guerra innecesaria y perversa dejó al desnudo a una dictadura cívico militar que había causado estragos en Argentina.

La vuelta de muchachos jóvenes al país, mostró la atrocidad irresponsable que había cometido Leopoldo Galtieri junto a la plana mayor de las fuerzas armadas.

Amputados, heridos y con daños psicológicos irreparables, los chicos de la guerra volvieron a un país que ni siquiera supo ponerlos en el lugar que merecían: eran héroes tratados como parias en una Argentina lastimada que aún sigue sin encontrar su rumbo.

En Malvinas perdimos todos, porque una parte de nuestra frustración se quedó allá, hundida en el frío mar del olvido para siempre.

Así nos va.