El negocio de la Obra Pública
En algunos países desarrollados, Australia, Suiza, etc., ser empleado en el Estado (o sea depender del Estado para vivir) no está bien visto. Porque la conclusión es simple, no están bien preparados para desempeñarte en lo privado o no son buenos profesionales; entonces terminas conchabado en el gobierno de turno: El Estado.
En nuestro país (y en varios de la América Latina) conseguir empleo en el Estado es “asegurarse” el futuro. A veces el “fin” es conseguir empleo en el gobierno de turno y después que los demás se jodan. Esta misma metodología se aplica en las “Empresas Privadas”, del rubro que sea: construcción, servicios, marketing, etc. Y la obra pública, el “tesoro” de los gobiernos actuales, es la que se denomina “bien de cambio”.
Muchas obras públicas se hacen mal o a medias, para volver a hacerlas. De esa manera el negocio no se termina nunca. Y las empresas, algunas de medio pelo, siguen dependiendo de quién gana las elecciones (gobernador, intendente y otros) para seguir consiguiendo ganancias. Es estado (gobierno de turno) está obligado a pagar por obras o servicios mal realizados y caros. Teniendo a veces posibilidades de realizarlas por Administración (la misma repartición), pero no. Se trata por todos los medios de demostrar que el Estado es un inútil y para suplir ello aparecen las “salvadoras” del Estado (empresas privadas) que se encargan de hacer todo a las apuradas, con materiales de mala calidad pero todo bien pago y en tiempo y forma.
Para acreditar una injusticia más al respecto de la obra pública, podemos dar fe que para decidir qué es lo que se debe hacer, al que menos le consultan es al ciudadano que va a usar o padecer esas obras. Las famosas Audiencias Públicas son una cortina de humo para que nadie entienda nada de lo que se trata. En un determinado momento, en un determinado lugar, aparece un equipo de tipos que te arman un proyector, una maqueta, un afiche o cualquier cosas y, con términos totalmente técnicos y académicos, explican a un ciudadano de a pié, algo que no entiende y por los términos no se anima a preguntar. Vamos los de siempre (los kilomberos) y preguntamos hasta el hartazgo pero todo queda en una famosa “acta” que después no ve, ni conoce nadie.
Históricamente en los departamentos como Jáchal e Iglesia (los demás no están exentos pero me constan casos en estos dos) la obra pública fue más un negocio para pocos que el beneficio para muchos. Se licita mal y se construye peor; pero se paga bien a tiempo. La obra del gas en Jáchal fue el mejor ejemplo de los negocios y el despilfarro del Estado en el gobierno Justicialista de Carlos Menem (con Escobar en San Juan). Se giró el dinero para una obra que antes de comenzarla se sabía que no se iba a terminar. Se pagó a una empresa por una obra que no terminó, que no se puede usar y que dudosamente pueda ser completada para ver si de otra forma se pueden usar los cientos de metros de caños que están enterrados en las calles de Jáchal. La Ruta Jáchal – San Juan, ¿por qué no se arregla definitivamente? Porque si se arregla bien, no hay más empresas que ganen plata todos los años parchándola hasta que llega una nueva creciente. O sea, se acaba el negocio…!!!. Pavimentación del Corredor Rural (fíjense como está el pavimento ahora). Matadero Municipal (llegó plata como tres veces y no se termina) Y siguen las firmas…!
Con el discurso del “progreso” se vendió cada mentira, y al que pensara o dijera lo contrario se lo toma como un anti Jáchal. El caso es que salvo algunas escuelas, que se están utilizando, la obra pública fue de mal en peor. Las escuelas también tienen serios problemas edilicios y fueron pagadas por su valor tres veces más.
El sobre precio en la obra pública es otro de los negocios de las empresas con el Estado; y si no lo cree, venga a Jáchal y mire una Plaza “nueva” por la que se pagó más de seis millones de pesos (cuando el peso valía) y en poco más de dos años de su inauguración las veredas se levantaron y el mármol de “carrara” no aparece.
El Estado tiene leyes que permiten el control de la obra pública, para no perder dinero. Pero los gobiernos de turno no las aplican, no conocen o no les importan esas leyes ya que hacen cualquier cosa para no acatarlas. Se habla de cambiar las leyes para que sean más efectivas; el tema es primero cumplir las que tenemos y después vemos si sirven. ¿Cómo sabemos que algo es bueno o malo si nunca lo hemos practicado? Los entes de control del Estado son fagocitados por funcionarios corruptos, inútiles o ladrones (en muchos casos los funcionarios tienen los tres atributos) que no permiten que los controles se hagan como corresponde.
Entonces, el ciudadano común se entera de que se va a hacer una obra pública, cuando por la radio se está invitando para la “gran inauguración”… Somos culturalmente desaliñados (somos un kilombo), y a eso lo sabemos. Por eso es que los funcionarios no nacen de un repollo, son parte de nuestra sociedad. Entonces nuestra sociedad (nosotros) en su mayoría, ¿somos corruptos o estamos corrompidos? Y nadie hace nada por diferenciarse. Se critica a los políticos por su avaricia al momento de llegar al poder, pero, ¿nos sería muy difícil actuar diferente si alguno de nosotros llegamos al poder?
El resto se llama Honestidad… y para empezar a cambiar este país, con eso alcanza…
Jorge Alfredo Morales
Periodista - Editora La Región
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