7 de Junio Día del Periodista: “Argentina Secreta”

7 de Junio Día del Periodista: “Argentina Secreta”

Por Jorge Morales

Lujos que todos debemos tener. Así le decían a la luz artificial. El pelo olor a kerosén y la nariz con mocos negros del hollín que largaban los candiles. Para la hora pico de oscuridad, se prendía la lámpara con camisa (sol de noche, le dicen algunos).

El lujo al que hacía referencia, llegó un día a la casa. El foco y la radio eran lo mejor que podía pasar para ahorrar en pilas y en combustible. Después el televisor, la plancha, y pará de contar…

Con el último antecedente de los candiles y las primeras luces artificiales, nos criamos cinco hermanos. Los dos últimos chicos y los tres primeros ya adolescentes. Un solo canal de televisión en blanco y negro y a mirar: desde las noticias de las doce, hasta la película de las once de la noche. Cuando se ponía medio “picante” el asunto (un beso medio baboso, un escote, una invitación a la cama) nos mandaban a la cama. Y la imaginación nos llevaba al final de la película. Cuando era protagonizada por la “Coca” Sarli, ni siquiera podíamos ver los títulos.

La radio desde la mañana, ya no había que hacer brazas para la plancha, solamente para el bracero en el invierno. El Stronberg Carlson al patio en el verano para ver lo que venga; y si eran peleas o fútbol, mejor. Los Titanes en el Ring los sábados a la siesta, Carlitos Balá en la tarde y las películas que vengan.

El mundial de fútbol del 74 (se jugaba en Alemania) fue el gran evento que terminó de consolidar mi pensamiento al respecto de la magia de la televisión. Yo quería estar ahí. Con Carnevalli en el arco, el cuatro de Huracán, Carrascosa, el ratón Ayala (pero el original), Babington y otros que no pudieron pasar la primera fase, lo que me llenó de tristeza e impotencia cuando en el último partido perdimos con Polonia tres a dos.

Con mi hermana, la menor de las mujeres, pero un año mayor que yo, jugábamos a ser los locutores de la tele. Cuando llegaba la propaganda (las que estaban escritas) las leíamos en tiempo real. La de aceite “Cocinero” era la preferida porque era como que doña Petrona de Gandulfo y su ayudante (Chichita de Erquiaga) nos daban el tiempo justo y hasta parecía que nos prestaban atención.

La muerte de Perón, los días de luto, los milicos de marzo del 76, la masacre de Guyanas, la final del Nacional entre Independiente y Talleres de Córdoba, el “gusanito” de Tato Bores, “Buenas Tardes, Muchos Gusto…”, Operación Ja já; Pepe Biondi, Barbieri,  Fidel Pintos, “La Tuerca”; todos actores y programas que aparecían en la tele. Después, y ya entrando en la adolescencia, la tele nos atraía con “Música en Libertad”, Vol. Top,  Sábados de la Bondad… Pero en un momento pude ver que había gente que parecía aburrida en la tele. Generalmente lo apagaban o decían “ya está esa huevada…!!!” Esa huevada me interesó y la comencé a ver; con algunos conflictos al principio con “la patronal”, pero al final me dejaban el tele para mí solo. La huevada se llamaba “Argentina Secreta”. Era un programa de documentales que nos mostraba otros lugares del país que yo desconocía y hasta hechos que nunca me había imaginado. Su presentador era un hombre que irradiaba confianza y por el que sentía un enorme respeto. Realmente no se ni cómo se llama, pero con él me di cuenta que todo lo que había querido ser antes (jugador de fútbol, Carlitos Balá, Pepe Biondi, etc.), ya no me interesaba.

Escribí a los cinco años un cuento de un volantín (la señorita decía barrilete, pero nosotros le decíamos así). Nunca supe si lo leyó o no la maestra, pero al momento de saber quiénes eran los ganadores, creo que fui el último. Para mí estaba lindo. Cuando escuché lo que habían escrito los que salieron primero dije: “Eso es una cagada…!!!” Le habían escrito a la flor del girasol, al agua de manantial, a la mamá, al papá… Yo usé el volantín (en el cuento) para mandarle mensajes a Dios para que nunca nos haga faltar la televisión; para que alguna vez pueda hacer periodismo. El volantín era una hoja del diario, el que yo quería alguna vez escribir. Se ve que Dios no recibió los mensajes; pero el flaco sí…

Escrito el 7 de Junio de 2009.-